Le gustaba contar historias. No soportaba que la realidad fuera sólo eso que decían los periódicos, así que el construía su propia realidad, con sus palabras e incluso sus manos. Un poco como todos, supongo.A menudo, reinventaba su pasado, dejando apenas un hilo que recondujera al meollo del asunto.Dijo que un día había hablado con la Virgen de la Vega a orillas del Esla. Que le condenó a no saber bailar, a no saber nadar, y a no saber guardar la ropa. Pero las cosas no le habían ido tan mal después de todo.A pesar de su mal genio. Y es que todo lo que sabía hacer ante lo que no tenía previsto era enfadarse. Se enfadaba si te quería, o si le sonreías porque sí. Se enfadaba si de noche no podía dormir, y si la radio cambiaba el horario de las noticias. Después de todo, no creo que fuera completamente culpa suya.la culpa era de sus manos y de su capacidad para deconstruir la realidad. En el mundo del que yo vengo, saber hacer ese tipo de cosas es un arte que no todos poseen, y la gente reclama de aquéllos capaces de hacerlo una integridad que Eustaquio no poseía. La integridad y la eternidad tienen un punto en común: no existen. Nada vence a la fuerza del viento o del agua, ni las rocas. Los hombres menos, los hombres somos fruto de la historia y la sociedad que nos rodea, aunque la aborrezcamos, y haber nacido en época de guerras en un rincón olvidado, endurece el carácter.
1 comment:
quiero conocer a eustaquio
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