Ahora que sé que ya no estás, que no exististe; tonta de mí, sigo buscándote en siluetas ajenas como queriendo demostrar que no es que yo sea ingenua y que la ingenuidad, en cualquier caso no es un defecto.
Que yo en ti nunca he tenido fe, porque la fe ni se ve ni se toca. Y yo te he visto, y más que tocado, me has dado la mano. Qué gilipollez darse la mano.
Te he encontrado en momentos y lugares inadecuados y nunca has sido tú. Hoy, bajando la escalera, te he visto con el pelo rizado y rojizo, sin demasiadas alertas. Pero creo que no me has reconocido.
Puede que ponga un anuncio en el periódico.
1 comment:
creo que algún día me encontraré con mi otro yo por ahí, y espero verlo, tu texto aunque no tenga que ver me lo ha recordado...
:)
Post a Comment