Te voy a utilizar para llorar. Para gritarte, enrabietarme, apretar mucho los puños y mirarte con los ojos húmedos y el ceño fruncido. Te voy a utilizar porque es de noche y hace ya mucho de aquella mañana entre castaños. Te voy a utilizar para guardar en ti todo lo que odio, meterte en una cajita, encerrarte con nueve candados, tirarte al río y que te pierda el mar.
Y cuando tú me mires, sin entender muy bien qué está pasando, por qué te grito, por qué no digo nada, por qué eres tan pequeño. Cuando tú me mires, quizás los dos entenderemos que así es como más feliz me haces. Diminuto en una caja. Oscura como las cámaras. No es negra. No es roja. Es la nada.
Te voy a utilizar para que seas tú el vacío en la boca de mi estómago, y haya así algo a lo que pegar puñetazos cuando siento que las cuatro paredes me encierran, el techo se me cae y el suelo va desapareciendo.
Te voy a utilizar y voy a dejar de encontrarme contigo por la calle.