Tuesday, August 28, 2012
Monday, August 20, 2012
Tengo un blog, y lo uso para estas chorradas.
En la vida hay muchas clases de personas. Hay infinitas clases de personas. Fundamentalmente, porque todo depende de cómo quieras mirar a las personas para que te salgan las clases que tú quieras. Hay tantas clases de personas que es absurdo querer clasificarlas. Así que, básicamente, hay dos tipos de personas: las que todo lo clasifican "mi mejor amigo", "mi peor enemigo", "mi ser más querido", "mi favorito". Y las que creemos que todas las clases anteriores pueden aplicarse y borrarse de la misma persona según el momento, el contexto y el pronto con el que te despiertes esa mañana.
PD: He leído "Libertad" de Jonathan Franzen, y me ha gustado. He leído "Jezabel" de Irène Nemirowsky, y, aunque creo que está mejor escrito que el anterior, no me ha gustado tanto y estoy leyendo "El lector de Julio Verne" de Almudena Grandes. Todo apunta a que el postre va a ser lo mejor de este atracón estival de lectura, incluso aunque no sea el mejor de los tres libros.
Sunday, August 05, 2012
Adiós, Chamana.
Una tiene identidades cruzadas. A veces se encuentra pensando que nació en Madrid, porque es lo más natural del mundo, otras poniendo chile en las lentejas.
Algo así pasa con Chavela, que no es mexicana sino costarricense. Si es que donde naces de verdad define qué eres. No era.
Chavela, que deja de ser, es en realidad muchas cosas en mi imaginario personal. Es tu letra (y no pienso desvelar de quién) negra y pequeña en un CD grabado hace vete tú a saber cuántos años. Cuando tú eras. Es mi madre cosiendo de noche en el salón, o leyendo, o fumando el cigarrillo de después de comer, agarrando la taza y mirando la Sierra al fondo de la ventana.
Chavela, sin quererlo, es un viaje sin precio a una casa de las Lomas de Chapultepec en el D.F. y el color melocotón de las paredes, y los colibríes acercándose a tomar agua de los goteros en las ventanas. Es el Popocatepetl escondido al fondo de la ventana.
Chavela fue entender que se puede llorar de sólo escuchar música, y algún que otro paisaje de los Picos de Europa. Chavela es también la música que poner cuando sólo se quiere llorar acurrucada en el sofá con la manta verde de cuadros, de lana cien por cien escocesa.
Es además, claro está, una mujer luchadora. De esas que siempre son, porque nunca mueren. Vestida de indio, cantándole a Macorina, bebiendo tequila. Es esa gata valiente con piel de tigre y voz de rayo de luna llena a través de la que llegué a Los Secretos. Y todo lo demás.
Y es egoísta estar triste porque alguien de 93 años se ha muerto, en Cuernavaca. Porque llegó a Cuernavaca, porque no tiene miedo a la muerte.