Sunday, December 30, 2007

Obituario aséptico

Deberías saber de qué te estoy hablando.

Porque tú eres quien tiene la culpa de todo, y uno debería estar siempre al tanto de las consecuencias de sus actos.
Si subes la escalera, llegas al tejado. Pero si te persiguen es siempre mejor una huida hacia abajo,
que las azoteas son demasiado tentadoras para momentos de pánico.
Yo fui tonta, sí.
Y subí las escaleras de dos en dos y casi sin tropezarme.
Y llegué a la azotea.
Y qué quieres que te diga, sí.
Salté.
Me  moría de ganas de morirme entre tus manos, de una forma sanguinolenta y mal oliente. 
Pero me pudo el orgullo, así que me maté. No, tú no lo hiciste, pero fue por tu culpa, que viene a ser lo mismo.
Morí de una forma rápida, concisa e indolora dejando tras de mí un testamento pulcramente redactado, en forma de cartas que nunca dejarán que nadie asesine a sus sellos, de postales de ningún lugar exótico, de personajes de ficción con mi talla de zapato.

3 comments:

Patricia Casalderrey said...

y ahora que ya has muerto,
puedes resurgir de tus cenizas
y empezar libre
y dejar atrás el suelo
con un vida nueva
y sin ahogamientos

distante.espejo said...

dicho así, parece que hayas acabado en el fondo de un río (metafísico).

¿qué quieres que te diga?
todos tenemos azoteas,
todos necesitamos saltar.
ya sabes qué opino de la palabra imbécil.

un besazo

Alice ya no vive aquí said...

De niña creía que uno sólo podía morir una vez. Luego la vida me enseñó que uno puede morir y nacer muchas veces, y casi todas con testamentos sin huella ni sellos reembolsables.