Seat Toledo blanco

He perdido toda clase de control sobre mi cuerpo.
Mi cuerpo ya no es mío, vaga sin dueño, sujeto de vez en cuando a los caprichos de mi mente, que quiere ponerse a bailar, y claro, ella sola no puede. Porque mi mente es una señorita decente, y necesita siempre alguien que le marque el paso, para no perderse.
Y mis ojos asisten tranquilos al encuentro en los espejos con mi nuevo yo,
extraño.
Y puedo pasar 26 horas sin dormir si lo creo necesario, porque mi cuerpo no es de nadie ni es de todos, ya nadie es responsable de devolverlo en buen estado.

Y todo esto gracias (o por culpa) de un Seat Toledo blanco, como hay miles en Madrid.