Sunday, May 09, 2010

No era de noche, y sin embargo llovía
Llueve, quiero decir. Puede que sea porque sin razón aparente alguna trajiste un pasado atroz a comer justo el día que decidí por fin presentarte a mis padres.
Y de repente fuimos cinco en la mesa redonda de la cocina, con tu pasado atroz devorando las almendras, bebiéndose el vino, y yéndose de la lengua.
Y empezó a llover, porque en el fondo sigo teniendo 17 años, que es cuando todo esto tenía algún sentido, que la vida es ir quemando etapas, siempre en orden, y yo nunca he sido demasiado organizada.
Y hubo truenos y relámpagos, y mis padres se fueron seguro que enfadados en el Metro, porque no hay dónde aparcar por este barrio y quién sabe por qué vivimos aquí. Porque no hay lugar a dudas: tu cepillo de dientes, los calzoncillos, una maquinilla y el cargador del móvil, aunque eso evitemos contárselo a ellos.
Me cae bien el frutero, eso debería valer. Pero no, las razones no parecen ser nunca suficientes.
Tengo buena conexión con el trabajo.
El alquiler es barato y está cerca del centro.
Hay un parque justo abajo.
Y dos grandes supermercados. Invierte en distribuidoras de alimentos, hijo. La era de los plásticos ya pasó, Dustin Hoffman lo sabe mejor que nadie.

Y yo con estos pelos y los americanos rapados por patriotismo.

1 comment:

anis said...

un kaos