Ordinales y ordinarios.

Sé que quieres ser el primero. Porque es lo que todos queremos, siempre. Sin embargo, vengo a decirte que antes que tú, otros ya lo intentaron. Antes que tú otros levantaron castillos en el aire, me invitaron a pasar. Jugaron conmigo. Y lo pasamos bien, jugando. A veces en el mismo equipo, para acabar siempre siendo contrincantes.

Antes que tú otros han querido arrebatarme lo que soy. Llevarse un trocito, de recuerdo. Un souvenir de aquella vez que estuvieron en mis costas y se acordaron tanto de ese alguien al que todos compraron una camiseta. Otros antes que tú, antes de ti, han intentado obligarme a decir cosas que no siento. Algunos lo consiguieron, tal vez sin darse cuenta. Otros, antes. Nunca sé cuántos, porque se me nubla la vista y empiezo una cuenta imposible, desordenada, caótica, que esparce palabras y recortes por mi mesa, en todos los cajones, y acabo siempre yéndome de viaje.

Siempre antes que tú, otros me han pedido que no deje de ser como soy mientras a hurtadillas, sacaban por la puerta de atrás aquella manía de cruzar los dedos, una de mis canciones preferidas, o la tinta morada de mis cartas.

I miss you.
  K
(A veces me encanta la letra K)

Camps dimite.
A Ortega Cano podrían imputarle un delito de homicidio por imprudencia.
No hace falta ir al Congreso con Corbata.
Huatulco sale en las noticias.

Y yo no puedo hablar contigo para contártelo.
On ne peut pas tout avoir.

Despropósitos

Poco a poco
y lentamente
van pasando las horas
los días de verano.

La piel y la distancia.

Verán: para ser un buen escritor de novela negra, como las de Simenon, hace falta saber cómo huele un revólver cuando lo disparas. Hace falta una femme fatale de tacones de aguja y uñas rojas, un mayordomo que trabaje en el invernadero a la hora del crimen y unos vecinos despreocupados y aburridamente ricos.

O ser un buen escritor.









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Utilizo el masculino como genérico. Sabiendo bien que la mujer, es igualmente capaz que el hombre para imaginar una novela negra, ya sea ésta una llena de clichés o una buena de verdad. Así pues, en mi feminidad, no me siento excluída cuando digo "escritor".

A voces.