Sunday, August 05, 2012

Adiós, Chamana.

Una tiene identidades cruzadas. A veces se encuentra pensando  que nació en Madrid, porque es lo más natural del mundo, otras poniendo chile en las lentejas.

Algo así pasa con Chavela, que no es mexicana sino costarricense. Si es que donde naces de verdad define qué eres. No era.

Chavela, que deja de ser, es en realidad muchas cosas en mi imaginario personal. Es tu letra (y no pienso desvelar de quién) negra y pequeña en un CD grabado hace vete tú a saber cuántos años. Cuando tú eras. Es mi madre cosiendo de noche en el salón, o leyendo, o fumando el cigarrillo de después de comer, agarrando la taza y mirando la Sierra al fondo de la ventana.

Chavela, sin quererlo, es un viaje sin precio a una casa de las Lomas de Chapultepec en el D.F. y el color melocotón de las paredes, y los colibríes acercándose a tomar agua de los goteros en las ventanas. Es el Popocatepetl escondido al fondo de la ventana.

Chavela fue entender que se puede llorar de sólo escuchar música, y algún que otro paisaje de los Picos de Europa. Chavela es también la música que poner cuando sólo se quiere llorar acurrucada en el sofá con la manta verde de cuadros, de lana cien por cien escocesa.

Es además, claro está, una mujer luchadora. De esas que siempre son, porque nunca mueren. Vestida de indio, cantándole a Macorina, bebiendo tequila. Es esa gata valiente con piel de tigre y voz de rayo de luna llena a través de la que llegué a Los Secretos. Y todo lo demás.


Y es egoísta estar triste porque alguien de 93 años se ha muerto, en Cuernavaca. Porque llegó a Cuernavaca, porque no tiene miedo a la muerte.

1 comment:

Paz said...

http://therearecoloursintheclouds.blogspot.com/2007/06/quieres-que-te-quiera-ms.html