Saturday, June 16, 2007

fiebrero

Aquella ciudad de misterio, de niebla, de frío, incluso de viento, había quedado atrapada en un febrero recalcitrante, insultante, melancólico y, dependiendo del día, deprimente.
las calles seguían esperando su regreso, con su bufanda, con sus guantes, con las canciones.
Y la lluvia la envolvía cálida en la mirada y la garganta se empeñaba en reclamar a gritos un poco de atención.
En aquella ciudad doliente, se quedaba siempre sin palabras.
Indiferente o cobarde,
la ciudad vuelve la espalda.
No tiene valor para mirarse al espejo.
Las aceras guardan tal vez demasiados golpes y las cigüeñas parecen regresar todas las tardes, que son tardes de San Blas.

Pero cada rincón, cada recoveco, cada esquina que quisimos doblar,con todas sus murallas, con todas sus penumbras, incluso con el olor a cera. Esa ciudad sabía a casa. Olía a casa. Hablaba a casa. Sentía a casa.
Porque aquella ciudad le sonreía grande y pequeña, como una cicatriz.

2 comments:

Anonymous said...

pues la ciudad te recibe con lluvia, frio y malascaras, con alcaldesa pepera, con casi fiestas y sin ganas. Se nota mucho que estoy deseando marcharme?

botas de agua said...

me encantan estos relatos que te ha dado por publicar... quiero más... esa ciudad suena a callejuelas inundadas de recovecos malditos (con permiso de tristancio...). besos