Quieres que te quiera más.
Si por algún casual, al regresar a casa me encuentras a oscuras con la manta en el sofá y la música encendida. Si la música llora, llora como a tantos nos gustaría reír, ni se te ocurra rozarme. No te molestes en hablarme y no enciendas la luz, porque no estoy aquí.
Estoy en mitad del terremoto.
y a veces no quiero ordenar los recuerdos.
4 comments:
Lo importante no es estar sometidos a terremotos. Eso puede, incluso, ser estimulante.
Lo importante es que ninguno de esos movimientos sísmicos que nos sacudan logren minar nuestros cimientos.
Me gusta dejar que los recuerdos se sedimenten como en un tanque de flotación.
Que desciendan poco a poco hasta formar un todo coherente sencillamente porque encajan, sin imponerles ningún orden concreto.
Saludos.
También lo he sentido. Y, efectivamente, he pedido que no enciendan la luz porque no estoy allí, porque mi corazón se ha mudado al bulevar de los sueños rotos (donde la música llora como a tantos gustaría reír).
A ese bulevar donde solamente una mujer como Chavela (costarricence pero ya más mexicana que el tequila!) puede cantar las canciones de José Alfredo y hacer sentir que las amarguras no son tan amargas y que acaso los miedos pueden burlarse y olvidarse a oscuras con una manta (¿poncho rojo quizá?) y la música encendida a todo lo que da.
Con todos mis recuerdos desordenados y el agradecimiento por la presencia de Chavela, te mando un gran abrazo y un beso desde ese México de Frida Kahlo, Diego Rivera, el tequila y José Alfredo (y, de paso, incluidos también la música de mariachi del Tenampa y la "bamba" veracruzana!!)
:)
Los recuerdos desordenados parecen taparse unos a otros en su propio caos inaccesible... y eso los hace parecer menos dolorosos. Me gusta. Me voy a poner a desordenar los míos.
Si eso pasara, me acercaría, sólo para comprobar que no te salen los pies por debajo de la manta, que te tapaste bien, pero puede que ni lo notes.
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