Tormentosos
Pero aquellos no eran días para revoluciones. Cualquier intento de poner en pie una pancarta habría acabado con sabañones y pulmonías, además de las carreras.
Hicimos una revolución en casa. Laura fue nuestra líder. Nadie supo muy bien cómo ni de qué había convencido a Julio para abandonar su salto al vacío, que parecía tan lleno de motivos. El caso es que iniciamos una campaña por la vida llena de argumentos que hasta a nosotros parecían cojearnos. Y Marina volvió a sonreír y ser parte de nosotros. Pusimos sobre la mesa lo que nos hacía diferentes y conseguimos aceptarlo.
Y así, la realidad se llenó de detalles, y los detalles se erigieron en motivos.
Todas las tardes, sacábamos a Julio a pasear por la ciudad, ya podía nevar, llover o tronar. Así, me compré unas botas y abandoné las Adidas.
- Veo que estás haciendo lo posible por conseguirlo.
En aquel momento no lo entendí, sólo podía ver el hoyuelo. Sentir, el frío.