Friday, October 29, 2010
Thursday, October 28, 2010
El año de los Psicólogos
Este señor es Philip Zimbardo, un psicólogo social americano, que a principios de los setenta tuvo la feliz idea de fingir una cárcel en la Universidad de Stanford. Las conclusiones del experimento fueron: cualquier persona, en las circunstancias adecuadas, puede acabar actuando en contra de sus principios. Que es algo que Milgram (otro psicólogo social) ya había concluido unos años antes con su estudio sobre la obediencia. Me gusta sin embargo, la manera positiva que tiene de terminar, al decir que en las mismas circunstancias, existe la posibilidad de convertirse en héroe. Sólo lo he encontrado en inglés, pero estoy tan consternada, que tengo que compartirlo con todos vosotros. Porque a partir de ahora no soy ni de Hobbes ni de Rousseau, soy de Zimbardo.
Sunday, October 24, 2010
Primavera en la ciudad
Habían pasado tres años. Tres años no es ni mucho ni poco tiempo. Tres años son tres años.
Laura se enfadó muchísimo conmigo cuando dejé la carrera, como se enfadó con Julio cuando él decidió irse a Europa a trabajar donde sus tíos. Es difícil seguir el ritmo a alguien que se mantiene tan fiel a sí misma. Es imposible llevarle la contraria.
No sé si tenía muchos motivos, o buenos motivos para dejar la carrera. De pronto me sentí encorsetado, unidireccional y violento. Tenía que hacer algo que me cambiara la vida.
Thursday, October 21, 2010
Número veintiséis.
Qué ironía, pensó, que las flores de la sala de espera estén todas secas o enmarcadas. Y ese puto hilo musical. La mujer que no deja de llorar, el teléfono que no para de sonar y el tono de la recepcionista, tan de recepcionista "Buenos días, le habla Maribel ¿en qué puedo atenderle?" ... ya será ayudarle.
Mira la bolsa. Vuelve a sacar la radiografía. Él no ve nada de qué preocuparse. Ya ves tú, una muñeca un poco rota. Una muñeca izquierda, claro. Pero aquel tío lo merecía. Qué gilipollas. No, qué hijo de puta.
Tuesday, October 19, 2010
Carta
Monday, October 18, 2010
Merde, alors!.
Aquella mañana me despertó el claxon de un autobús de los de antes.
Seguro que fue un autobusero con bigote. No es que yo tenga nada en contra de ellos, o de los bigotes. Pero son una especie a parte.
Inútil. Aquella mañana todo el café del mundo no iba a servir de nada. Ni tu ropa entre mis sábanas.
Putain.
La madera del pasillo sigue crujiendo, y en la cocina siguen los amigos de Paco, durmiendo en el suelo. No te puedo culpar por haber huido de madrugada.
Echo menos el pitillo de después del café, pero te hice una promesa. Probablemente Isa dijera algo distinto. Que soy un calzonazos. Que a ver cuándo empiezo a serme fiel y todas esas cosas. Pero si hemos aprendido algo, es que a Isa no hay que hacerle caso.
Me llama mi tía. Que vaya a comer a casa, que ha hecho estofado. Puff, ¿pero qué hora es?.
Cojo la cazadora, la bufanda, y el pitillo de emergencia.
Ya hace frío. El Metro está lleno de gente.
Sunday, October 17, 2010
Entrada con dos enlaces.
Da igual lo que digan los médicos o los periódicos. Yo sé que es hoy cuando hace cinco años que.